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1. Introducción

En España se producen cada año más de  un  millón de accidentes de trabajo, de los que cerca de 700 son mortales y más de 500.000 ocasionan bajas laborales con resultado de lesiones en las personas. A esas cifras hay que añadir los innumerables “incidentes” que  provocan daños materiales en instalaciones y equipos industriales.  El coste humano y económico de la siniestralidad laboral es enorme tanto para las  víctimas, como para  las empresas,  el Estado y, en definitiva para toda la sociedad:

  1. Para las víctimas y sus familias: los accidentes producen secuelas de imposible valoración económica (el dolor y el sufrimiento, la pérdida de salud o la muerte, no tienen precio), junto a otras que si pueden cuantificarse: disminución de ingresos (las prestaciones del sistema de la Seguridad Social siempre son inferiores a los salarios reales cobrados antes del accidente), pérdida de cualificación profesional del accidentado, pérdida de ingresos procedentes de otras actividades ajenas al accidente,  etc.

  2. Para las empresas: horas de trabajo perdidas, disminución de la producción, daños en instalaciones, maquinaria, equipos y materias primas, posibles indemnizaciones a las víctimas, sanciones por infracciones en materia de prevención de riesgos, empeoramiento del clima laboral, etc. Según un estudio realizado por el sindicato CCOO en 2004, el coste que suponen para las empresas los accidentes de trabajo supera los 12.000 millones de euros.

  3. Para el estado: anualmente, las prestaciones económicas derivadas de contingencias profesionales que abona el  sistema de la Seguridad Social ascienden a  miles de millones de euros. A este coste directo habría que añadir el derivado de la asistencia sanitaria, hospitalización y rehabilitación a las victimas de los accidentes.

  4. Para la economía nacional en su conjunto los accidentes suponen un coste elevado, pues  generan:
    • Incrementos de los costes de producción y, en consecuencia, favorecen la subida de los precios finales de bienes y servicios.
    • Descenso del PNB: la OIT cuantifica el coste derivado de la siniestralidad laboral en los países industrializados, entre el 1 y el 3 %  de su Producto Nacional Bruto.
    • Gastos adicionales derivados del pago de indemnizaciones a las víctimas e  inversiones para financiar medidas de seguridad.

Sin embargo, en España apenas existen estudios serios sobre las repercusiones económicas de la siniestralidad laboral, quizás porque, ante el tema de los accidentes de trabajo, impera entre la clase empresarial una cierta sensación de fatalismo que obliga al empresario a soportar un tributo por la actividad laboral.

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